DERECHOS QUE DEVORAN deberes

Aún hoy, a mis casi 35 años de vida, he tenido la oportunidad de conocer las doctrinas de claustros educativos, instituciones, conjuntos residenciales y hasta de círculos sociales.

En cada uno de los mencionados espacios encontramos un Manual de Convivencia, una normatividad que tiene como único fin la justicia; el dar a cada quien lo que le corresponde, por su condición de personas, y por la misma acción meritoria.

Pero, es inevitable encontrar personas que se instruyen de forma autodidacta sólo para su bienestar; ilustrándose ampliamente sobre sus derechos dejando de lado sus deberes. No debe uno excluirse de estas fallas, porque hasta por desconocimiento de la norma se tiende a ir en su contra. 

  La exigencia en forma única de los derechos, no es más que una situación interesada, individualista; que va en detrimento de lo que es justo, pues nuestros derechos están devorando nuestros deberes. Tenemos que comprender, y demostrar, que si tenemos la potestad de pedir, también debemos dar. 

 Para que haya armonía entre los derechos y los deberes, es preciso tomar conciencia alrededor de los unos y los otros. Solamente así, entendiendo que ellos deben ir tomados de las manos, se puede llegar a la resolución de conflictos. Si alguien, al reclamar sus derechos entiende que tiene unos deberes, es más fácil que la contraparte acceda a sus pretensiones; bajo la perspectiva de que se está jugando limpio, al acogerse a unas reglas de juego claramente definidas.

  En las Cartas Magnas o Constituciones Políticas de los Estados encontramos un capítulo dedicado a los derechos de los ciudadanos; como también otro en el que se señalan sus deberes, sus obligaciones, sus responsabilidades. 

  Es decir, entre derechos y deberes debe haber un proceso de simbiosis: "Tú me da, yo te doy. Tengo derecho a que el Estado atienda mis necesidades... Del mismo modo, tengo el deber de contribuir al engrandecimiento de mi país"... Retomando una frase de John F. Kennedy, no debemos limitarnos a preguntar qué hace nuestra nación por nosotros; sino, que también debemos preguntarnos qué hacemos nosotros por él; lo cual necesariamente implica derechos y deberes.

  Entonces, es preciso Derechear (exigir mis derechos); como también, al mismo tiempo, Deberear (cumplir mis deberes). Espero que la Real Academia de la Lengua no me meta un regaño por inventarme los anteriores verbos. ¡Ah!, con sus respectivos sustantivos: Derecheo y Debereo.